Aunque el durazno no es un árbol muy fácil de cultivar, cada vez que gozamos de sus frutos al jugo, de los "huesillos", de un kuchen o un bavarois, o simplemente de esta rica fruta fresca, se puede apreciar que vale la pena el, esfuerzo.
El durazno es un árbol muy particular: prefiere los veranos muy calurosos y los inviernos fríos, aunque sin caer en exageraciones.
Sus necesidades de frío fluctúan entre las 700 y las 900 horas bajo los 7 grados; y es una necesidad vital, pues cuando no consigue tales condiciones se produce cierta caída de yemas, la brotación se hace desuniforme y la época de floración se extiende demasiado.
Los duraznos deben ubicarse en lugares soleados y donde no se formen bolsas de aire helado.
Con respecto al suelo, no son muy exigentes, siempre y cuando contenga bastante humus.
Se plantan a comienzos de la primavera, salvo en climas muy suaves, debido a que el tiempo frío los perjudica en su primer año. Es importante elegir la variedad adecuada, tanto en lo que respecta a sus preferencias como a la adaptación de la especie al clima específico donde está situada su parcela. Para ello pida asesoría en el vivero de su localidad.
Por lo general, la distancia de plantación en huertos de gran producción es de seis metros, pero en el huerto de la parcela pueden ubicarse hasta a cuatro metros.
Requerimientos del cultivo de duraznos
Una vez plantado, el árbol joven necesita ser podado, sobre todo en la punta, y luego hay que procurar dejarlo con tres o cuatro ramas principales creciendo juntas, para formar así el "esqueleto del árbol". Las podas posteriores deben hacerse cada año a comienzos del verano, para mantener su forma, eliminando los brotes dirigidos hacia el interior y todas aquellas ramas secas o dañadas, como en cualquier árbol frutal. Lo que se debe recordar al momento de podar los duraznos es que la fruta sale sólo en las ramas leñosas del año anterior, por lo que si se corta demasiado, no producirá frutos en el año o al menos lo hará en muy escasa cantidad.
Una vez que los frutos comienzan a aparecer en las ramas, es necesario seleccionarlos mediante un raleo, dejándolos a 10 cm de distancia. Se cortan los más débiles y unas semanas más tarde, cuando se encuentren del tamaño de una nuez, nuevamente es preciso cortar algunos hasta dejarlos a 20 cm de distancia. De esta forma obtendrá unos duraznos más grandes y fuertes.
Otro punto importante es el riego. El árbol necesita agua en forma permanente durante todo su crecimiento, en especial en la época de desarrollo de los frutos.
Enfermedades del durazno en el jardín
Pelados priscos o nectarines: de piel lisa o pelados y su pulpa no está adherida al cuesco.
Algunas de las enfermedades que afectan al durazno son la cloca y el tiro de munición, causadas por hongos principalmente en la zona central. Se recomienda el uso de fungicidas cúpricos antes de que se hinchen sus yemas. Si estas enfermedades se manifiestan cuando ya ha brotado, es necesario recurrir a fungicidas que no tengan efecto tóxico, como los ditiocarbonatos.
En cuanto a plagas, lo atacan la escama de San José, que afecta a todos los árboles frutales de hoja caduca, ocasionando un debilitamiento general del árbol. Para controlarla se deben utilizar productos organofosforados, como emulsión, reforzado con un aceite mineral.
El pulgón verde del duraznero daña al fruto pequeño y los brotes apicales (de las puntas de las ramas) y deforma las hojas. En este caso se deben usar insecticidas organofosforados o carbamatos.
En cuanto al uso de estos productos es necesario el consejo de un experto, pues las aplicaciones dependen en cada caso de la edad del árbol, la época del año y de la enfermedad específica, que muchas veces se pueden confundir.
Pero, sin lugar a dudas, lo más importante es evitar que estas enfermedades aparezcan en sus árboles, lo que conseguirá manteniéndolos fuertes y sanos con una adecuada fertilización, riego y cuidado de su ramaje.
Las exquisitas variedades de duraznos
Según su variedad, los duraznos presentan distintas características, de acuerdo a las cuales usted puede seleccionar la que satisfaga mejor sus gustos y necesidades. Ello, junto a la época en que maduran sus frutos, determina el nombre de la especie, que puede tener variaciones de un vivero a otro y sin embargo, poseer prácticamente las mismas características.
Para decidirse, lo mejores que acuda a un vivero de su confianza, donde le aconsejarán la variedad más conveniente según sus preferencias.
Las principales características son:
- Peludos priscos: de piel vellosa (peludos), que se desprende fácilmente de la pulpa y ésta a su vez del cuesco.
- Pavías: de pulpa adherida al cuesco y la piel a la pulpa. Son utilizados para conservas y para secado.
- Semipriscos: su carne se adhiere al cuesco, pero la piel es fácilmente removible de la pulpa.
- Pelados no priscos o briñones: pelados y de cuesco adherido a la carne.
- Entre las variedades conserveras, las más conocidas son la Reina Elena, Fortuna y Pomona.
- Para consumo fresco: Red Haven, Red Top, J.H. Hale.
Y un dato práctico: no olvide que en agosto comienza la época de fertilización del suelo de sus frutales, pero no utilice la dosis de una sola vez; divídala en tres partes y aplíquelas cada treinta días.
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